El punzante dolor de no ser tu madre

Nunca pensé llegar a sentirte, pequeño, tan delicado y frágil apresurando tu vida dentro de mi vientre. Una patadita más, una patadita menos. El amor surgiendo sí mismo.

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Me gustaría despertarme de repente estremecida e impactada, y sin más, verte allí, a mi lado cubierto de sonrisas, o sobre mi pecho donde cada uno de mis latidos serian para tí, para esas manitas de niño dios, para cada diminuto lunar que custodiria tu cuerpo, para esos piececitos de luz, para tu ojos; los mismos que algún día... cambiaran el rumbo de una vida, que sin pensarlo, te pertenecerá.

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Me gustaría entregártelo todo; el sosiego de mis madrugadas, la luminosidad de mis mañanas, ser la sombra de tus tardes y que fueras el sueño de mis noches.

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Dártelo todo; las caricias de las nubes, las sonrisa de la luna, los suspiros del viento, los mimos del mar, el color de las hadas, un copito de nieve...

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Protegerte de todo; cerrar tus ojos y acobijarte bajo mi piel de nuevo, respirar tu aroma virgen.

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Deseos utópicos reprimidos en psicología inversa. Quiero sentimientos fuertes, quiero emociones ocultas. Quiero una vida que no me pertenezca.

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Dar vida, debe ser el mejor regalo que el amor... puede dar.