Los girasoles no atienden el paraíso

Ni se atreven a tocar.

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A donde van ellos (?), y a donde iremos nosotros después de haber perdido la magia característica de inviernos sosegados y veranos tan ardientes, después de perder los mensajes nada coherentes, los días en la playa y los sueños entre piedras.

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A mi me gustaba.

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Me gustaba contarte, sonreirte, hablarte y volver a contarte de la forma mas inconsciente el problema mas inestable. Los acordes desbaratados pero solidos, y el poder que me dabas para nacer dentro de ti cuando todo parecía infertil. Las pepitas de colores, y meter el corazón en un pozo para que nadie, ni siquiera nosotros, pudiéramos lastimarnos el uno al otro.

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La esquizofrenia palpable, recordar el punto que poco a poco a ido desapareciendo de mis escritos, que ha dejado de ser la mitad de eso mismo; mi ser.

Porque la i carece de sentido si tu no estás.

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Los monstruos submarinos envueltos entre caramelos y colores, tu olor a oxido amable, las uñas en el subsuelo. Por momentos, me falta todo.. y nada, porque nunca fue. Ni eso ni la voz grabe de las hadas sobre el lodo o los peces en el cielo. CAIMOS.

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Caimos para hacernos estables, como el atomo detras de las ciencias más ocultas.

Ahora, te miro desde el nucleo.