Es inevitable, lo siento

Después de varios años aun no aprendo a dejar de pensar en el futuro. Ni tampoco puedo evitar preocuparme por las cosas que parecen ser lo más importante. Te digo por adelantado, que no, no todo va a salir bien; las cosas no están bien.

Estás a muchísimos kilómetros de mi, no te conozco, y cada vez que te sueño por más que mi corazón se acelera, la presión de los latidos aumenta en mi pecho y mi imaginación no tiene descanso, una parte de mi sabe que algo falta... y es cuando me despierto. Cuando me doy cuenta que aunque estes no estás, que necesito un abrazo fuerte de vez en cuando, que me encantaria que tu hombro fuera mi apoyo incondicional, y tu pecho mi almohada favorita. 

Es horrible cuando quiero escucharte y pienso "puuta, mi mamá me va a matar con la cuenta de este mes", pero aun así me arriesgo. Quisiera poder darte mil regalos cada día, escribirte cartas todo el tiempo y dejartelas bajo la puerta. Dedicarte todos mis cuadros y mis trabajos, verte sonreir sobre mi nariz cuando los veas. Cantarte al oido suavecito a la mitad de una noche de sábado, que nos quedemos en la casa los fines de semana... viendo peliculas y hablando de Bahía y de cada parte que no conocemos; como la luna.

Me duele algo adentro, a lo mejor y sea el miedo el que me duele. El miedo a saber que ella no va a aceptar aunque le llore, o el miedo a saber que tal vez te llegue a tener y vuelva a perderte como desde el principio. Un miedo que ahora, me hace derramar lagrimas delicadas sobre mis mejillas agridulces, sobre mi pecho semidesnudo a la mitad de una noche helada. 

El miedo que me quita el sueño y que me arranca las ilusiones. 

El que no me permite hablar.

Y lo del miedo, los rayes y los mil pensamientos a futuro, no es de ahora, es de antes.

Es inevitable, lo siento.