(censura)

Prometí no volver a hacerlo, pero las pestañas escondidas tras las sombras de una vida... me engañaron de nuevo y ahora las lágrimas se deslizan sobre un corazón roto.

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Lo siento tanto.

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Te escribo desde el sueño del que me sacaste, o desde el sueño en que me sumergiste; tu vida.

Y aunque siento unas ganas irremediables de disculparme con todos, no tengo porque hacerlo pues es a ti a quien le escribo me leas o no me leas, te vea o no.

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Hoy los sentidos no quieren parar de percibir y la verdad(?), no quiero detenerlos. Nunca quise cuando se trataba de ti, y ahora no quiero porque es ese sentimiento, el que me alimentó por tanto tiempo, que ahora... reencarna para, luego, irse sin dejar rastro.

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Te confieso que no te pienso todo el tiempo, que las lágrimas no son costumbre, y que mis risas no te las merezco. Te confieso que no te espero, que no te busco y que no te miento. Te confieso que la vida siguió sin ti, por imposible que suene.., que ya llegó diciembre y aunque tus recuerdos aumentan en mi cabeza, no me hacen daño. no tanto

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Pero también te confieso que por momentos, inhalo deseo y anhelo locura.

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Por momentos, lo acepto, me encantaría devolver el tiempo y suspirar; hacerme vulnerable entre hilos de algodón mientras el sonido de tu voz penetra mis oídos y se apodera de cada susurro de mi cuerpo. De mis labios, de mis ojos cerrados, de los sueños perdidos, de la inocencia opacada.. de los besos bajo la luna. De mi cuerpo inquieto, de las luces suspendidas en el aire, de los amaceres compartidos entre pestañeos lentos y destendidos. De mis gestos, de mis dedos. De mis emociones. Provocando esas cosquillas inestables en mi espalda baja, haciendome la única mujer que consiguió llegar al cielo con un beso.

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Inventaste un mundo tan perfecto alejado de este mundo tan continuo.

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Me hiciste sensible, cantante de calle, soñadora de lo imposible, escritora de lo ilegible. Me hiciste fuerte ante todos y TAN débil a ti y a las ondas imperceptibles que generaba en mí, tu vida.