Suplemento de la Luna

La tierra; no fue país para nosotros.

El fino aroma que alimentaba la seducción, se entrecruzaba con los cables del cerebro.. así produciendo el más delicado sentimiento de ternura.

En mi sueño polar, fuiste la eclíptica en el fondo inmóvil de las estrellas, mi consciente como sustantivo, mi inconsciente detrás del adjetivo.

Me aprendiste; me aprehendiste.

Recuerdo entonces viejo, que más de una vez te pedí que me sacaras el sabor de tu piel de las glandulas, cada partícula de tanto, que detrás de mis párpados alimentaba entonces, a un duende muy astuto llamado amor. Ahora, te agradezco por hacer caso omiso a mis caprichos.

Sí, ahora cuando la vida se nos vino encima, ahora... que nos toca quitar el polvo de los libros para que sangre de nuestra sangre se alimente de ellos. Ah, esos libros... viejos como nuestra apariencia adquirida.

Somos hijos de la tierra, pero todo lo que fuimos (?):

Fuimos viento, arena, luna y estrellas.

Fuimos dos y uno.

Fuimos adictos al tiempo.

Fuimos remo en el agua.

Fuimos viciosos, fuimos vicio.

Fuimos refugios de piedra.

Fuimos valle de caballos, arpas de madera.

Fuimos jóvenes amor.

Te confieso entonces que sin ti mi vida no sería la misma. Las raíces del árbol, las noches y las tardes de parqués. Sin ti... Alemania, Ibiza, Korea, Londres, Perú y el resto de lugares que se hicieron nuestro pie de pagina no habrían sido suplemento de la Luna.

Sé que ya luego con el peso de los días alargados por ausencias y torpezas de juventud, decidimos de forma sutil digerirnos; pasamos de ser método... a ser estado vital. Me des-convertiste. Pasé a convertirme en tus ojos cerrados para mirar detrás de la sonrisa, para hacerme cada parte de tu cuerpo, cada lamento y tentación.

Abre la carpeta de recuerdos hundidos amor, entenderé lo que me quieras decir. Anhelaré y soñaré a tu lado como solíamos hacerlo cada tarde de llovizna. Recuerdo aquel día en que me dijiste; probemos lo que es bueno y lo que es malo, porque del "es" no podemos deducir el "deber" .

Cerramos los ojos una noche y sin amanecer; nos hicimos viejos. Ahora a eso de las tres de la tarde cuando comemos galletas en el estar de la casa, con el portón verde oxidado y con las gaviotas sobre volando el lugar, con nuestros nietos preguntándonos como nos conocimos.

Dejo que se vaya el tren.

Te acepto amor, que estoy lista para morir

...en tus brazos.