La carta:
Sé que la memoria no me falla, los recuerdos me tallan el cuello y las sombras ya no oscurecen la sonrisa ficticia que me inunda cada vez que veo el sol... entonces; le amo.
Amo el cielo, esa bóveda que me llama más a menudo de lo que muchos piensan, amo la noche y es recíproco así que hoy la luna se activa para mis ojos; se apodera de mi mirada y se roba mi alma que en realidad le pertenece, igual que mi corazón... a él. Y también le amo.
Perdí el norte del sur... apoyada entre hojas vírgenes, afilando lapices y rozando las teclas de un masoquismo artificial. Nunca dejo de pensarte y sueño contigo tanto despierta como cuando estoy dormida, a veces cuando voy en el transporte tu voz se enciende en mi cabeza.. y se me eriza la piel.
Una fuerza intrínseca me atrae hacia lo prohibido y me invita a hacer parte de lo mas sublime; tú. Tu poder, el que tienes sobre mi.. solo con un "necesitaba escucharte" debilitas mis percepciones, las haces mas susceptibles a tu tono de voz y a sus cambios radicales.
Hace poco leí que cuando aprendes a llorar por algo, aprendes a defenderlo pero supongo que muchas veces, antes de llorar prefiero esperar el apocalipsis y aun así es inevitable, es una crisis conmigo misma: con lo que soy, y lo que no, cuando te tengo cerca y cuando temo.
Porque el temor también me invade, pero no me domina. Los ecos del sonar.. la vibras del ser...
continuará
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